El laboratorio clínico: uso y abuso, modelos de gestión y gasto
sanitario
Es bien sabido
que en los países desarrollados el gasto sanitario es elevado y crece más
rápidamente que el producto interior bruto. Para estos países, los análisis de
laboratorio representan una parte importante de dicho gasto, lo cual es motivo
de preocupación y objeto de diversas acciones para controlarlo, como lo
demuestran publicaciones e informes oficiales sobre el tema. En Australia,
durante los últimos 15 años del recién pasado siglo, las tasas de crecimiento
anual de las prestaciones de los laboratorios clínicos superaron, y en algunos
casos doblaron, las de otros servicios. En este mismo país, el incremento
anual del coste de dichas pruebas ocupa el segundo lugar después del de las
prescripciones farmacéuticas. En Suecia, el coste total anual de los análisis
clínicos se ha aproximado a los 728 millones de euros 3, y en el Reino Unido a
los 2.960 millones 4. En Ontario, Canadá, el coste del uso del laboratorio se
incrementó un 130% en un período de 16 años.
La opinión más
extendida con respecto a las causas de dicho gasto es el uso excesivo, por
inadecuado o innecesario, del laboratorio, y se invocan múltiples razones para
explicarlo 1,6-8: medico legales (medicina defensiva), restricciones del tiempo
de consulta y de hospitalización, temor a la crítica por omisión (hospitales
docentes), cribados, presiones del paciente, curiosidad, inseguridad, tácticas
dilatorias, beneficios (actividad privada), repeticiones injustificadas 10,11,
facilidad de ejecución, rapidez de resultados y mediciones de magnitudes
carentes de utilidad en el paciente individual 12 por las que alguien ajeno al
solicitante está dispuesto a pagar; por último, y con toda probabilidad la más
frecuente, los hábitos (malos u obsoletos).
La complejidad
de la medicina moderna y sus exigencias en el sector público han conducido a
que las intervenciones médicas dependan más de las pruebas diagnósticas que de
la habilidad clínica. Al parecer, ya no hay tiempo para realizar una completa
historia y exploración clínicas, o quizá no merece la pena emplearlo en esto
cuando se dispone de la tecnología que puede sustituirlas midiendo magnitudes
indicadoras de la presencia o ausencia de enfermedad. Si a ello añadimos que
esta tecnología produce resultados de modo automático y con brevísimos
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